05 junio 2011

Las Ciudades y el Nombre. 1

Poco sabría decirte de Aglaura fuera de las cosas que los
habitantes mismos de la ciudad repiten desde siempre: una
serie de virtudes proverbiales, otros tantos proverbiales
defectos, alguna rareza, algún puntilloso homenaje a las reglas.
Antiguos observadores, que no hay razón para no suponer
veraces, atribuyeron a Aglaura su durable surtido de cualidades,
confrontándolas con aquellas de otras ciudades de sus tiempos.
 Ni la Aglaura que se dice ni la Aglaura que se ve ha cambiado
quizá mucho desde entonces, pero lo que era excéntrico se ha
vuelto usual, extrañeza lo que pasaba por norma, y las virtudes
y los defectos han perdido excelencia o desdoro en un concierto
de virtudes y defectos diversamente distribuidos.
En este sentido no hay nada de cierto en cuanto se dice de
Aglaura, y, sin embargo, de ello surge una imagen sólida y
compacta de ciudad, mientras alcanzan menor consistencia los
juicios dispersos que se pueden enunciar viviendo en ella.
El resultado es éste: la ciudad que dicen tiene mucho de lo que
se necesita para existir, mientras la ciudad que existe en su lugar
existe menos.
Por eso, si quisiera describirte Aglaura ateniéndome a cuanto
he visto y probado personalmente, debería decirte que es una
ciudad desteñida, sin carácter, puesta allí a la buena de Dios.
Pero tampoco esto sería verdadero: a ciertas horas, en ciertos
escorzos de camino, ves abrírsete la sospecha de algo inconfundible,
raro, acaso magnifico; quisieras decir qué es, pero todo lo que se ha
dicho de Aglaura hasta ahora aprisiona las palabras y te obliga a
repetir antes que a decir  Por eso los habitantes creen vivir siempre
en la Aglaura que crece sólo con el nombre de Aglaura y no se dan
cuenta de la Aglaura que crece en tierra. Y aun yo, que quisiera
tener separadas en la memoria las dos ciudades, no puedo sino
hablarte de una, porque el recuerdo de la otra, por falta de palabras
para fijarlo, se ha dispersado.
Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles.

First i take Madrid....

28 abril 2011

Entre las muchas maneras de combatir la nada....

Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores
es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse temprana-
mente a los niños, pues exige disciplina, educación estética, buen
ojo y dedos seguros.
No se trata de estar acechando la mentira como cualquier reporter,
Y atrapar la estúpida silueta del personajón que sale del número
10 de Downing Street, pero de todas maneras cuando se anda con
la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese
brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra,
o la carrera trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con un pan
o una botella de leche. Michel sabía que el fotógrafo opera
siempre como una permutación de su manera personal de ver el
mundo por otra que la cámara le impone insidiosa (ahora pasa una
gran nube casi negra), pero no desconfiaba, sabedor de que le
bastaba salir sin la Contax para recuperar el tono distraído,
la visión sin encuadre, la luz sin diafragma ni 1/25O.
Ahora mismo (qué palabra, ahora, qué estúpida mentira) podía
quedarme sentado en el pretil sobre el río, mirando pasar las
pinazas negras y rojas, sin que se me ocurriera pensar
fotográficamente las escenas, nada más que dejándome ir en el
dejarse ir de las cosas, corriendo inmóvil con el tiempo. 


Julio Cortazar, Las babas del diablo.

18 abril 2011

Berlin:ONE

Video presentado durante la charla "Berlín: ONE", de la Arq. Laura Vizconde.
Proyecto Académico Gen 2004
Viaje 2.0